jueves, 29 de octubre de 2009

John Locke

Un pensamiento cierto en cierto contexto

Rafael Espino Guzmán

Introducción
La mayoría de conceptos políticos fundamentales han sido objetos de profundas y largas discusiones. En el pensamiento político contemporáneo estas discusiones han dado origen a teorías diferentes. Por ello es de suma importancia considerar el ambiente en que se desarrolla todo pensamiento, pues no es posible embonar cosas de distintas procedencias. Esto puede ser causa de muchos errores que la historia considera imperdonables.

El propósito de este ensayo es doble: por una parte recordar la atmósfera histórica de John Locke y segundo mostrar que su pensamiento estuvo influenciado por un contexto muy característico.

Un hombre bajo la preponderancia de una monarquía absoluta
Wrington Inglaterra 1632[1]. Nace un hombre que vive bajo los efectos de una preponderancia de la monarquía absoluta. Un ambiente semejante que me recuerda al de aquella película que muestra la vida de dos muchachas envueltas en el mundo peligroso y excitante de la vida cortesana: “La otra reina” de Justin Chadwick. Allí donde el poder ya no viene de Dios como en la Edad Media sino que el pueblo lo confiere al monarca que asume el mando. Los movimientos de la Reforma y Contrarreforma que dividen religiosamente a toda Europa. Una Inglaterra también dividida por el autoritarismo de Enrique VIII que asume la presidencia de Estado y religión. Allí donde el espíritu crítico admite la razón y la experiencia como las dos únicas vías de conocimiento; donde triunfa la nueva ciencia, la autonomía del saber racional, el triunfo de las ciencias experimentales que abarcan el nacimiento de la Revolución Industrial; donde se da la primacía del hombre y sus derechos (libertad e igualdad). El nuevo mundo en el que las universidades comienzan a manifestar su descontento de estar sometidas al poder eclesiástico tanto católico como protestante.

Occidente se halla en una edad de revoluciones (industrial, social, política). Hay una creciente participación de los gobiernos en la ayuda a la educación, se reemplaza las creencias convencionales con posibilidades incitantes de desarrollo futuro. Se promueven varias reformas pero sin demasiado éxito por la oposición del clero, de la nobleza y de los propios destinatarios.

Allí aparece John Locke, hijo de un abogado calvinista con buena situación económica, dependiente de una familia parlamentaria. Futuro estudiante en la Universidad de Oxford, que opta por el estudio de la medicina al verse distante del estudio de carreras clericalistas de aquellos tiempos. Esto último lo conduce a realizar un hecho fortuito que cambiaría completamente el curso de su existencia. En 1666, el terrible año del incendio de Londres y la plaga, Locke conoce casualmente a Lord Ashley, figura política clave en la corte de Carlos II, que posteriormente sería conocido como el primer Earl de Shaftesbury. El noble inglés, a causa de una hazaña científica de su doctor Locke lo nombra Fellow de la Royal Society. Comienza una nueva etapa para el pensador que dejaría grandes secuelas en las ideologías futuras, de especial modo en la filosofía política…

Bajo este contexto se entiende con claridad su escrito “Sobre la tolerancia”: el autor se atreve a defender políticamente el derecho a disentir en materias religiosas que se ven llenas de confusiones. Un giro importante desde una posición bastante conservadora en asuntos religiosos en aquel entonces. Locke argumenta que el deber cristiano es corregir desviaciones e imponer la uniformidad religiosa, si es necesario mediante el uso de las armas. Locke concluye que la tolerancia es impracticable, y que en definitiva sólo conduciría a la guerra civil. Los tiempos difíciles se mostraban para aquellos que no comulgaban con las creencias anglicanas. “El estado de naturaleza toma vigor en el sentido de sus dos características básicas: libertad perfecta e igualdad. Respecto de la primera afirmaba que teníamos la libertad perfecta para ordenar nuestros actos y para disponer de nuestras propiedades y de personas como mejor nos parezca, dentro de los límites de la ley de la naturaleza sin pedir permiso o depender de la voluntad de cualquier otro hombre”[2]. Esto contrariaba el pensamiento del poder, pero de cierta manera legitimizaba el uso libre de propiedades de aquellos que las tenían.

Esta era la turbulenta atmósfera que rodeaba a Locke. Era el regreso a las guerras religiosas, a las ya conocidas y terribles consecuencias del dogmatismo llevado al fanatismo extremo. El problema de la tolerancia entre las diferentes iglesias, y de la relación entre el Estado y la Iglesia en asuntos de libertad religiosa.

“Locke decía que nadie dañara a otros en su vida, salud, libertad o posesiones. Y si por alguna razón se llegara a transgredir este privilegio, para ello estaría el Estado, la ley para velar por que se cumplan el orden. Es aquí donde radica la justificación de la restricción de la libertad individual, entendida como el poder de gobernarse a sí mismos y el poder de ejecutar la ley de la naturaleza, a cambio de la seguridad. La primera implica una renuncia parcial y de transformación y la segunda es la delegación total en efecto”[3]. Separa todo un pensamiento de acuerdo a los poderes que había logrado la unión del poder de Estado y la Iglesia…

“Buscaba lograr otro tipo de libertad (oponiéndose a las opresiones del poder): aquella en la que los hombres del estado civil la logran de forma positiva, colectiva y pública de gobernarse a través de leyes consensualmente aceptadas, y de forma negativa en la que cada uno de ellos no está sometido a ninguna otra ley o voluntad que la legítimamente establecida”[4].

Dios nunca había dado superioridad a algunos hombres sobre otros, el poder político es un derecho a hacer leyes, es naturaleza de los hombres por ser iguales e independientes… “sólo se puede acudir al designio providencial si no tenemos la confianza general, el pacto y el pueblo; cuando los virtuosos no confíen en la coincidencia de su propio juicio”[5]… un pensamiento cierto en un cierto contexto.

Bibliografía:
MONTES L., Leonidas. 2004, De la tolerancia, su contexto y una posible relación con el “nombre general” de propiedad en John Locke, Chile: Universidad Adolfo Ibáñez, Revista de Ciencia Política, Vol. XXIV, No. 2, págs. 142-158.
VÁRNAGY, Tomás. El pensamiento político de John Locke y el surgimiento del liberalismo en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/moderna/cap2.pdf.
GUTIERRES CASTAÑEDA, Griselda. 1995, Diálogos sobre Filosofía Política, México: UNAM, Pp. 180.
DUSO, Giuseppe. 2005, El poder, México: Siglo XXI, Pp. 404.

[1] Para este parágrafo, en lo que se refiere a datos históricos, se utilizan las siguientes fuentes: MONTES L., Leonidas. 2004, De la tolerancia, su contexto y una posible relación con el “nombre general” de propiedad en John Locke, Chile: Universidad Adolfo Ibáñez, Revista de Ciencia Política, Vol. XXIV, No. 2, págs. 142-158; VÁRNAGY, Tomás. El pensamiento político de John Locke y el surgimiento del liberalismo en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/moderna/cap2.pdf.
[2] GUTIERRES CASTAÑEDA, Griselda. 1995, Diálogos sobre Filosofía Política, México: UNAM, Pág. 72.
[3] Ibidem, pág. 77.
[4] DUSO, Giuseppe. 2005, El poder, México: Siglo XXI, Pág. 129.
[5] Ibidem, pág. 139.

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