sábado, 27 de noviembre de 2010

El poder de crear

Rafael Espino Guzmán
El mayor esfuerzo es el de la creación. El de la génesis: que es la formación del mundo, de la vida, del cielo, del agua, de la naturaleza… Todos estamos integrados a ese momento. Somos figuras que participamos de ese instante en que todo se está haciendo.

La génesis es el gran esfuerzo en lo particular de la vida cotidiana. Para poder crear, en todos los sentidos, se requiere de dar el mayor esfuerzo. Hay esfuerzos que están relacionados con lo material, pero los más valiosos son los esfuerzos que tienen que ver con la realización personal. Esos son los valores más significativos: los que implican un logro espiritual.

Yo aprendí esos valores desde pequeño. Y a pesar de que en momentos me parezcan inecesarios, son ellos los que reunen el motivo de continuar en este mundo.
Alguna vez me dijo mi abuelo muy sabiamente que «la vida es como el arcoiris»: comienza a aparecer poco a poco, se tiñe de mil colores en su momento de cúspide, pero una vez que comienza a cesar el poder de la naturaleza desaparece sin dejar rastro.

He aprendido en mi caminar que somos un sucinto de aprendizaje, un tapiz hecho de nuestras vivencias y de la manera como las absorbemos y abordamos. Pero ¿dónde aprendemos a hilar este rico y extenso tapiz? ¿Dónde, si no es en los brazos de nuestros padres? Es allí donde está nuestro primer aprendizaje: cómo amar, cómo recibir el amor, cómo enfrentar el desafío diario que es la vida. ¿Cómo se puede subestimar la importancia de los primeros brazos, los primeros encuentros humanos? De la calidad de los brazos paternos depende nuestra capacidad para siempre abrazar la vida.

Por eso hoy agradezco el don de crear, pero sobre todo, la gracia de haber sido creado...