No es el crítico quien cuenta,
tampoco el hombre que señala,
ni los trompezones del hombre fuerte,
o mejor, los hechos o las hazañas.
Los créditos son para el hombre
que está realmente en la arena,
cuya cara está sucia
por el polvo, el sudor y la sangre;
quien se esfuerza con valentía;
quien se equivoca y empieza
una y otra vez;
quien conoce los grandes entusiasmos,
las grandes devociones,
y se compromete con una causa digna;
quien mejor conoce al final
el triunfo de un gran logro;
y quien peor lo conoce, si fracasa,
al menos ha hecho el intento.
Así que su lugar jamás estará
entre esas almas frías y tímidas
que nunca conocen la victoria ni la derrota.
(Theodore Roosevelt)
tampoco el hombre que señala,
ni los trompezones del hombre fuerte,
o mejor, los hechos o las hazañas.
Los créditos son para el hombre
que está realmente en la arena,
cuya cara está sucia
por el polvo, el sudor y la sangre;
quien se esfuerza con valentía;
quien se equivoca y empieza
una y otra vez;
quien conoce los grandes entusiasmos,
las grandes devociones,
y se compromete con una causa digna;
quien mejor conoce al final
el triunfo de un gran logro;
y quien peor lo conoce, si fracasa,
al menos ha hecho el intento.
Así que su lugar jamás estará
entre esas almas frías y tímidas
que nunca conocen la victoria ni la derrota.
(Theodore Roosevelt)
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