Espino
Más que un modo de pensar, la soledad es sobre todo una experiencia: es no encontrar salida, estar obturado en el aislamiento y en la pérdida de diálogo. Es no tener a nadie con quien hablar, con quien desahogarse. Es cuando nadie me conoce ni me quiere, ni me busca y me dice lo que tengo que hacer para superar las adversidades de mi camino.
La soledad es no tener interlocutor, no encontrar réplica en otra persona, no tener amigo o amiga. Es no tener a nadie con quien estar, para entablar comunicación, para ayudar y ser ayudado. Es un proyecto vital solitario donde con nadie se comparte, donde la tarea de vivir no es común.
La soledad es la frustración redical de la persona, un ser esencialmente capaz de dar. No podemos darnos a una piedra porque es un dar muy corto para lo que somos. A quien podemos dar deveras es a alguien como nosotros, es decir el “otro”. Y si no hay “otro” me frustro porque no expreso mi ser, no saco nada de mi, no recibo nada, me pierdo. La soledad es no recibir correspondencia a mi don.
La soledad nos hunde en el sufrimiento.
La soledad es no tener interlocutor, no encontrar réplica en otra persona, no tener amigo o amiga. Es no tener a nadie con quien estar, para entablar comunicación, para ayudar y ser ayudado. Es un proyecto vital solitario donde con nadie se comparte, donde la tarea de vivir no es común.
La soledad es la frustración redical de la persona, un ser esencialmente capaz de dar. No podemos darnos a una piedra porque es un dar muy corto para lo que somos. A quien podemos dar deveras es a alguien como nosotros, es decir el “otro”. Y si no hay “otro” me frustro porque no expreso mi ser, no saco nada de mi, no recibo nada, me pierdo. La soledad es no recibir correspondencia a mi don.
La soledad nos hunde en el sufrimiento.